una humedad ...

una humedad que me lleva lejos lejos en el tiempo, a una vida que dejé en pausa, con puntos suspensivos, pero que en realidad se acabó, porque cambié cemento por estepa y mar, solo que a veces lo olvido y la memoria se me pone caprichosa y cierro los ojos y con mi paraguas camino por las calles de una Villa del Parque que no es ese barrio porteño que a mi me gustaba tanto, y paso por túneles de árboles, que no son esos de las calles de Palermo que me encantan, ni son esas hojas de esos árboles de mi amado Caballito las que se suicidan de tanto en vez, demacradas en un ocre absoluto...
Se me tiñe de nostalgia el alma los días así. 
Entonces leo Borges, me refugio en su Aleph, me pierdo en esos laberintos que gentilmente me regala en cada uno de sus cuentos, y me imagino lejos de casa, en alguna casa, ya no se cual es mi casa, ya no se cual es ese lugar en el mundo que elijo... estos últimos fueron días dolorosos, de pérdidas predecibles algunas, otras trágicas... y para completar, no vaya a ser que me vaya sin mi cartón lleno, una cita de amor con el desamor.... tengo el alma en compota.
Entonces es en estos momentos que me pongo sincera de sentires, y mal que me pese, andar con el corazón en la mano, jamás me ha resultado demasiado.
Las personas no están preparadas para oír verdades... 
No puedo darme cuenta en que momento se volvieron todos tan fríos, o en que momento me volví tan sensible de más... por momentos me alegra, pensé que había perdido esa capacidad de llorar por lo que me emociona pero por momentos me ahoga saber que no solo me equivoco de dirección, también estoy equivocada de época, tal vez, de mundo... en días como estos comprendo perfectamente el sentir de El Principito, cuando tendido sobre la hierba, lloró y dijo, ¨realmente no soy un gran Príncipe... y no, tampoco yo he resultado una eximia Princesa...
Camarones - Chubut 

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